Cyprian Kamil Norwid es un artista de excepcional talento artístico, además de viajero y emigrante. Roma fue uno de los muchos lugares en los que estuvo, pero se dice que el artista nunca salió de allí. El P. Arkadiusz Nocoń, residente en la Ciudad Eterna desde hace muchos años, nos lleva de paseo por la Roma de Norwid.

La Roma de Norwid, foto. P. Waldemar Turek

Norwid (1821-1883), poeta, escritor, filósofo, artista gráfico y pintor, es considerado el „último romántico” y el „cuarto profeta nacional”. Sus obras son de carácter universal y al mismo tiempo reflejan los profundos lazos con la cultura polaca. Emigró en 1847 a Bruselas. Vivió también en Alemania, Italia, Estados Unidos y Francia.

Norwid probablemente visitó Roma por primera vez en la primavera de 1844 y por segunda vez en enero de 1985. Además, se quedé mucho tiempo en la amada ciudad durante los años 1847-1849.Se calcula que en total ha pasado dos años y medio en la ciudad eterna. Vivía entre Piazza Barberini, Via Sistina y Piazza di Spagna, en el barrio de los artistas y de los intelectuales.

El 24 de septiembre se cumplen doscientos años del nacimiento del poeta en la localidad de Laskowo-Głuchy, situada entre Wyszków y Radzymin. Así que decidí ir a los alrededores de la Plaza de España con Agata Rola-Bruni, del barrio de Varsovia llamado Praga, que desde hace muchos años describe los nexos polaco-romanos y, en la medida de lo posible, trata de salvar del olvido lo que queda en el Tíber de nuestros compatriotas más o menos conocidos.

LA IGLESIA DE SAN CLAUDIO

Me reuní con la señora Ágata frente a la iglesia de San Claudio, en el centro de Roma, cerca de la iglesia de San Silvestre y del convento descrito en su momento por Iarosław Iwaszkiewicz. La iglesia había sido asignada para uso temporal a la Congregación de los Padres Resurreccionistas que querían llevar a cabo el cuidado pastoral de los compatriotas llegados del Vístula. Cuando durante las particiones, las autoridades zaristas pusieron bajo su supervisión la iglesia de San Estanislao en la calle Botteghe Oscure, muchos polacos vinieron a rezar aquí mismo, entre ellos venía el mismo Adam Mickiewicz, que vivía en la cercana calle del Pozzetto.
También rezó aquí la madre Józefa Karska, cofundadora de la Congregación de las Hermanas de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, enterrada en esta iglesia bajo el altar de la Virgen del Buen Consejo. La urna con sus restos fue llevada a Polonia, a Szymanowa el 26 de mayo de 2000.

Cyrpian Norwid también venía a esta iglesia. De más, el 27 de marzo de 1845 recibió aquí el sacramento de la confirmación, tomando el nombre de Kamil. En vano, sin embargo, buscaremos en esta iglesia alguna señal o placa relacionada con la presencia y la actividad de polacos y polacas presentes en ese momento en Roma. Hemos llegado a conocer que en los años 1956-1958 esta iglesia fue totalmente restaurada y en esta circunstancia se retiraron la mayoría de las placas que se encontraban allí. En su lugar, alrededor de 1960, se construyó un tablero colocado en la sacristía, con algunas docenas de nombres de personas enterradas en este lugar. En el tablero hay varios nombres polacos, entre los que destaca la ya mencionada Maria Józefa Karska.

ANTICO CAFFÈ GRECO

Desde la iglesia de San Claudio nos desplazamos en dirección al Antico Caffè Greco, que se encuentra en via Condotti, una de las calles más caras de Roma, visitada a menudo por turistas de todo el mundo interesados en la moda; después de todo, aquí se pueden ver tiendas de marcas como Luis Vuitton, Gucci, Prada, Bulgari, Trussardi y Burberry. Pero en el siglo XIX, una de las instituciones más conocidas era precisamente el mencionado bar, que reunía a representantes de los diferentes campos artísticos, sobre todo de la literatura y la escultura, no solo para tomar un café o un vino, sino también para reunirse, pasar un poco de tiempo juntos y hablar de las nuevas tendencias culturales. Sus fundadores a mediados del siglo XVIII eran griegos (de ahí el nombre del local), que desde el principio supieron atraer a distinguidos huéspedes de diferentes partes del mundo. En el siglo XIX hicieron su aparición aquí relativamente muchos polacos, que en su interior eran esperados no solo por bebidas y refrescos, sino también por revistas polacas.

Ese día no tenemos suerte porque el bar está cerrado; algunos dicen que es por las vacaciones de verano, otros que había problemas burocráticos. Recuerdo haber estado allí no mucho tiempo antes y que había visto una placa con retratos que conmemoraban a los clientes polacos del café; incluso había logrado encontrar sus fotografías. Vale la pena citar los apellidos en el orden en que se escribieron. Como poetas han sido inmortalizados: Adam Mickiewicz, Juliusz Słowacki, Zygmund Krasiñski, Cyprian Kamil Norwid; entre los novelistas: Henrik Siekiewicz, Józef Ignacy Kraszewski, Władysław Reymont , Stefan Żeromski, Jan Parandowski; entre los pintores se citan: Jan Matejko, Aleksander Gierymski, Henryk Siemiradzki, Aleksander Stankiewicz, Włodzimierz Przerwa Tetmajer; Edward Okuń ha sido definido como pintor-fumetista, mientras que como escultores se han señalado: Pius Weloński, Wiktor Brodzki, Teodor Rygier, Antoni Madeyski.

MONASTERIO TRINITÀ DEI MONTI

Desde Via Condotti nos dirigimos al Monasterio Trinità dei Monti, en el que una vez residían las hermanas francesas de la Congregación del Sagrado Corazón, mientras que hoy viven allí miembros de la Fraternité Monastique de Jerusalem, una de las nuevas comunidades religiosas nacidas en Francia. La señora de la recepción nos permite entrar en el patio y en la capilla del primer piso, en la que se encuentra el espléndido fresco de la Madona del Giglio, llamada Mater Admirabilis. Fue pintada en 1844 por Paulina Perdrau, pintora francesa que residió en Roma para perfeccionarse en las artes y en este lugar reconoció su vocación a la vida consagrada. El fresco presenta a la Virgen como hilandera, con un lirio en el jarrón y un libro abierto a sus pies.

Cyprian Kamil, encantado por la obra, acudió muchas veces al monasterio, para rezar y contemplar su belleza. Además, en la Mater Admirabilis, vislumbró a la Reina de Polonia y la síntesis de la vida y vocación cristiana, que consiste en el vínculo armonioso entre el trabajo (en este caso de hiladora) y la oración (el libro abierto). En Leyenda, una obra escrita en París en 1852, escribió: „Aquí está sentada en el trono la Reina en colores nacionales – tiene a la izquierda el conocchia para hilar – Marta. A la derecha, esta planta de lirio que no hilan, sino que son más bellos que Salomón en medio de su gloria: María. Mientras la Reina de la Corona Polaca hila el hilo de la vida activa de Marta en la parte de María… Y ya ha hilado la mitad… y se ha detenido a meditar… y los brotes de los lirios se han inclinado hacia la izquierda, hacia el conocchia. Y parecen meditar como la misma Hiladora, y están en pleno desarrollo. Y el libro está al revésse, como si hubiera llegado el momento de la lectura…”.

En 2001, con motivo del 180 aniversario del nacimiento del poeta, en el monasterio se descubrió una placa con el texto polaco de la Leyenda de Norwid y la inscripción en polaco y en italiano: „En el umbral del tercer milenio y en el 180 aniversario del nacimiento del poeta (1821-1883), que con su poesía alabó a Mater Admirabilis, sus compatriotas”. Todavía se encuentra en la pared del monasterio, cerca de la puerta de entrada de la capilla.

Dejando el monasterio, visitamos la casa general de los Padres Resurreccionistas, que actualmente se encuentra en la calle Sebastianello, y por lo tanto en un lugar diferente al de la época de Norwid. En el archivo hay algunos originales, tal vez algunas docenas de cartas de los poetas dirigidas a algunos representantes de esta congregación; recuerdo que hace unos años tuve la oportunidad de verlas y leer algunos fragmentos elegidos. Inmediatamente presté atención al carácter particularmente bello, lineal y adornado de la grafía.

VIA SISTINA 123

Desde Trinità dei Monti nos dirigimos a la cercana Via Sistina 123, frente a la casa en la que Norwid probablemente vivió el período más largo de su estancia en Roma. Hay una placa en italiano ya un poco gastada, que recuerda este hecho: „Cyprian Norwid, poeta, artista y pensador polaco, vivió en esta casa en los años 1847 y 1848, meditando sobre los ideales de la patria, de Roma, del arte. En el 150 aniversario de su nacimiento, la Academia Polaca de Ciencias y el Ayuntamiento de Roma colocaron [esta placa].

LA IGLESIA DE SAN ANDRÉS

Escribiendo sobre las huellas romanas de Norwid, no se puede dejar de recordar la iglesia de San Andrés en el Quirinal y la casa de los jesuitas que pertenece a la iglesia. En la primera planta vemos la celda donde San Estanislao Kostka terminó su breve vida terrena († 15 de agosto de 1568). Nuestra atención se centra ante todo en la escultura que representa la muerte del joven jesuita, del escultor francés Pierre le Gros († 1719). Estanislao moribundo tiene en la mano derecha la cruz, el lirio y el rosario, mientras que en la izquierda el medallón de la Virgen. Cyprian Kamil quedó tan impresionado por esta obra como por la imagen de Tommaso Minardi que muestra la aparición a San Estanislao Kosta de la Virgen y de los santos Agnes, Cecilia y Bárbara, hasta el punto de expresarse en sus versos, escritos en la placa que se encuentra en la habitación del santo. Aquí está el fragmento: En la cámara, donde Estanislao Santo se durmió en Dios, En lugar de la cama hay una tumba de mármol, Tal que el visitante, no queriendo, se detiene en el umbral, Pensando que el santo en el sueño ha vuelto la cara a la pared, Y el eco de las campanas de la mañana resuena en el aire, Y quiere levantarse, y por primera vez engaña al hombre.

Norwid se alojaba con gusto en Roma y visitó esta ciudad con gran interés, convencido de su particular misión para el cristianismo y el mundo entero. Comprendió el papel del papado y por eso se alegró mucho de la audiencia con el beato Pío IX. La Ciudad Eterna no solo era excepcional para él desde el punto de vista de los monumentos, la arquitectura y la pintura, sino que también se convirtió en un espacio espiritual, del que hasta el final de su vida se inspiró para su versátil actividad, a menudo combinando la antigüedad y el cristianismo con los destinos de su amada patria. En este momento me parece muy acertada la afirmación de Bronisława Bilinski en su trabajo Norwid w Rzymie [Norwid en Roma]: «Norwid nunca se ha ido de Roma, la ha dejado solo físicamente con el cuerpo, con el espíritu se ha quedado para siempre».

P. Waldemar Turek / Family News Service

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